Roosevelt Castro Bohórquez, una vida al servicio del silbato y el respeto en el fútbol


Roosvelt un persistente para que la targeta verde sea institucionalizada. 

Cada 11 de octubre, el mundo del deporte rinde homenaje a quienes, vestidos de negro, cargan sobre sus hombros la ingrata pero esencial tarea de impartir justicia en el fútbol: los árbitros. Entre ellos, en Antioquia y Colombia, un nombre resuena con fuerza por su aporte incansable en la cancha y fuera de ella: Roosevelt Castro Bohórquez.

El arbitraje, oficio tan duro como desagradecido, encontró en Roosevelt no solo un juez de las reglas, sino también un cronista y un pedagogo. Su trayectoria ha trascendido los límites del silbato, pues no se ha conformado con pitar partidos, sino que ha dedicado buena parte de su vida a dignificar la labor arbitral.

“El árbitro es mucho más que un juez. Somos maestros de valores en la cancha, y cada decisión que tomamos enseña respeto, disciplina y justicia”, afirma Roosevelt Castro Bohórquez, con la convicción de quien ha vivido el arbitraje desde todos los ángulos.

E-Card arbitral para reivindicar

En 1999, cuando pocos pensaban en la memoria del arbitraje, Castro comenzó a realizar una labor pionera: la elaboración de una ficha bibliográfica de cada árbitro que pisaba la gramilla del estadio Atanasio Girardot, en Medellín. Años más tarde, esa semilla se convirtió en lo que hoy conocemos como una E-Card semanal, donde comparte la hoja de vida de quienes tienen la responsabilidad de impartir justicia en los juegos de los equipos locales Deportivo Independiente Medellín y Atlético Nacional. Una forma de reivindicar al árbitro como ser humano y profesional, más allá de la crítica o el insulto de turno.

“La idea de las E-Cards era crear, inicialmente, un perfil del árbitro de fútbol. Pocos medios, especialmente radiales, les daban cabida a las historias de vida de los jueces. Por eso, empecé a realizar estos miniperfiles, que “radiaba” en una transmisión de fútbol de fútbol profesional matizada con humor llamada “El Despelote Deportivo”, en donde, además, hacía el respectivo análisis arbitral”, evoca Roosevelt.

“Tiempo después, y por invitación del periodista Alfredo Carreño, los miniperfiles aparecieron en su leído blog y luego portal de “Cápsulas de Fútbol” como abrebocas para seguir haciendo el análisis arbitral. Luego aparecieron en un blog que hice y que llamé “Los Nazarenos de Turno” hasta llegar a las E-Cards actuales, en las que no solo pongo datos biográficos de los árbitros, sino que le sumo a ellos otros datos estadísticos”, comenta el llamado “Arbitro de la paz”

“Gracias Roosevelt. Los datos estadísticos de los árbitros, son fuente de consulta para emitir opiniones basadas en su recorrido; más, en estos tiempos de regularidad en el desempeño de esta actividad. Son de gran ayuda”, expresa Carlos Mario Arboleda, periodista del programa radial “Buenos Días Deporte”.

“Son unos excelentes datos, bien elaborados e investigados. Nos sirven de mucho, para el desarrollo de nuestras funciones”, comenta Héctor “El Guari” Montoya, periodista deportivo y director de “Zona Deportiva”.

El silbato también se narra

En la cancha del periodismo deportivo, donde los goles suelen ser los titulares y los héroes del balón acaparan los reflectores, aparece una obra que rompe el fuera de lugar de lo común: “Crónicas vestidas de negro” del periodista Roosevelt Castro Bohórquez. Un libro que no solo pita la falta, sino que reivindica al árbitro —ese ser solitario, generalmente odiado, rara vez comprendido— y lo convierte en protagonista del relato deportivo.

 Por eso su pluma también ha sido cómplice de esa pasión. Con el libro, Roosevelt deja testimonio de las luchas, anécdotas y memorias de quienes han ejercido el arbitraje en Colombia. Una obra que se convirtió en referencia obligada para quienes deseen entender la dimensión humana del juez de fútbol.

“La idea de escribir “Crónicas vestidas de negro” surgió como un acto de reparación simbólica”, cuenta Castro Bohórquez. “Durante muchos años fui testigo del maltrato, del desconocimiento del reglamento de muchos públicos del fútbol y del desprecio hacia la figura arbitral. Sentí que como periodista tenía el deber de contar la otra historia del fútbol, esa que no está en las portadas ni en los titulares, pero que sostiene la estructura ética del juego”, señala el periodista asociado a la ACORD, al CIPA, a la Mesa de Medios, al Club de la Prensa y miembro de la AIPS, Arbiantioquia y Ascenfutbol.

 “En sus crónicas descubrimos al árbitro como ser humano. Roosevelt nos recordó que detrás del pito hay familias, sueños, sacrificios y dignidad”, comenta Walter Cardona Giraldo, un colega de Arbiantioquia.

Roosevelt y su pedagogía arbitral

Pero Roosevelt no se ha limitado a narrar: ha sido protagonista en la cancha. Como miembro activo de Arbiantioquia, corporación que agrupa a árbitros antioqueños, ha vestido el uniforme y ha impartido justicia en innumerables partidos y en diferentes etapas.

Con el aval de esta institución, lidera además un proyecto ejemplar: el arbitraje pedagógico en valores con niños, donde el fútbol es una excusa para enseñar respeto, honestidad, disciplina y juego limpio. De esa experiencia nacerá próximamente un nuevo libro titulado Agapito y los valores, pensado para sembrar en las nuevas generaciones el amor por el deporte y la ética en la competencia.

“Agapito Silva es mi alter ego. Fue un personaje que creamos para una transmisión radial de fútbol profesional que combinaba fútbol y humor llamada “El Despelote Deportivo”. Hemos retomado este nombre para que él les enseñe valores a los niños.  Es que el arbitraje con niños me mostró que no basta con sancionar las faltas; lo importante es enseñarles a evitar repetirlas. Ahí es donde el fútbol se convierte en escuela de vida”, señala Roosevelt.

 

La tarjeta y su legado Fair Play

Y si algo caracteriza su mirada innovadora es la tarjeta verde, un símbolo poco conocido, pero profundamente necesario. En contraposición al cartón amarillo o rojo, que sancionan disciplinariamente las faltas, la tarjeta verde propone resaltar las acciones positivas: un gesto de juego limpio, una muestra de solidaridad, un acto de respeto. Roosevelt ha sido un embajador de este concepto, convencido de que el arbitraje no solo está para sancionar, sino también para educar y premiar lo que dignifica al fútbol.

“Cuando Roosevelt nos habló de la tarjeta verde, muchos pensamos que era un sueño romántico. Hoy entendemos que el fútbol también necesita premiar lo bueno, no solo castigar lo malo”, dice Óscar Alexis Gutiérrez, instructor arbitral y presidente de Arbiantioquia.

Por todo esto, en este 11 de octubre, cuando celebramos el Día Internacional del Árbitro de Fútbol, el nombre de Roosevelt Castro Bohórquez se inscribe como referente. No solo por haber ejercido con autoridad y pasión el rol de árbitro, sino por haber comprendido que el silbato puede ser también una herramienta de memoria, de educación y de transformación social.

El fútbol necesita jueces, sí, pero también necesita cronistas, educadores y soñadores. Roosevelt es todo eso. Y su legado, como sus crónicas vestidas de negro, seguirá recordándonos que detrás de cada árbitro hay una historia, una lucha y un aporte invaluable al deporte más popular del planeta.

Comentarios