"El arbitraje me abrió un mundo diferente" Jaider Tuberquia


El apoyo maternal ha sido un eje fundamental en su carrera arbitral, su sueño está enfocado a la rama profesional, del cual no se despega ni un solo instante, esta rodeado de grandes compañeros y maestros de los cuales aprende cada día más.

De corta estatura, pero grande en ganas, deseos y sueños, adicional ello con una entereza y saber, conocimiento y gran rectitud en cada encuentro que le toca asistir.

Jaider Andrés Tuberquia Sánchez vive su sueño de ser profesional muy pronto en cada cancha donde acompaña a sus compañeros de la Corporación Casda, por eso cada juego donde está acompañando las jugadas desde la raya, él escala cada día esa ilusión de pasar de ser aficionado a lograr el nivel más alto en el arbitraje colombiano.

Con apenas 23 años, Jaider Andrés ya tiene un recorrido importante que en cada convocatoria trata de perfeccionar para llegar a la meta que más ha soñado.

Siempre supo que para ser futbolista no tenía todo el talento que se requiere, pero no le quedó duda que, desde la línea con un banderín, podría palpar su sueño.

El Escenario de los Clásicos lo ve recurrentemente en los juegos de la Liga Antioqueña de Fútbol, por ello cuando el reportero de la Web acudió a él, no dudo ni un solo minuto y con la sencillez y calidad de persona que es, acudió al llamado, este es el resultado de ese encuentro: 

¿Cómo nació su interés por ser juez de línea?

“Mi interés nació cuando descubrí que en la banda me sentía más cómodo y con más claridad para tomar decisiones. Me di cuenta de que como árbitro asistente podía aportar mucho al partido porque mi rol exige estar atento en todo momento y tener la concentración al máximo. Con el tiempo ese interés fue creciendo porque entendí que no es un trabajo fácil, este requiere de concentración, actitud, precisión y compromiso, ya que muchas veces somos quienes damos claridad en jugadas que pueden definir el resultado de un partido”.

¿Qué le motivó a elegir el arbitraje y no el fútbol como jugador?

“Siempre me gustó el fútbol, pero entendí que como jugador no tenía tantas posibilidades de sobresalir. En cambio, el arbitraje me abrió un mundo diferente, donde puedo vivir el fútbol desde adentro, tomar decisiones importantes y ser parte de la esencia del juego. Eso me motivó a sentir que desde la banda también se construye el partido”.

¿Quién fue la persona que más te apoyó en este camino?

“Mi familia ha sido fundamental, pero en especial mi mamá. Ella siempre me ha acompañado en cada paso con paciencia y palabras de aliento. Ha sido la que me motiva cuando llego cansado de entrenar la que me levanta cuando siento que fallé y la que más orgullosa se siente cuando salgo a la cancha. Mi mamá tiene un rol especial, ella me recuerda que el arbitraje no es solo banderas y reglas, sino también disciplina, respeto y humildad. Ese respaldo familiar es lo que me impulsa a seguir luchando por mis sueños día a día”.

¿Por qué CASDA y no otra corporación?

“Elegí CASDA porque desde el primer día sentí que no solo se enfocaban en formar árbitros, sino en formar personas con valores. Vi que había instructores con experiencia en el fútbol profesional y que transmitían confianza, no solo teoría. Además, el ambiente con mis compañeros es de mucho respeto y apoyo. Para mí eso marca la diferencia no es solo una corporación, es una familia donde todos queremos crecer en el arbitraje. Otras corporaciones también son buenas, pero aquí encontré el lugar donde me siento acompañado y apoyado en todo momento”.

¿Cuál ha sido su partido más difícil hasta ahora en el fútbol aficionado?

“El más exigente fue un partido intermunicipal en la cancha La Tablaza entre La Estrella y Caldas. Fue un juego lleno de retos, muy disputado y con un ambiente bastante fuerte desde la tribuna. El marcador iba 3-2 a favor de La Estrella y sobre el último minuto se cobró un tiro libre a favor de Caldas. Esa jugada fue decisiva porque yo como árbitro asistente tuve la responsabilidad de rematar la acción y dar claridad sobre si el balón entraba o no. Recuerdo perfectamente que el disparo fue potente y el balón cruzó la línea del arco, con mi señal clara con el banderín confirmé el gol que significó el empate. Ese momento fue determinante porque llevó el partido a la definición por penales. Fue una experiencia única llena de muchísima presión, pero también de gran aprendizaje, porque entendí que en segundos puede marcar la diferencia en un partido lleno de emociones”.

¿Cómo maneja la presión de los jugadores, técnicos y público desde la banda?

“La clave es mantener la calma y no dejarse llevar por lo que pasa afuera. Los jugadores siempre van a protestar, los técnicos buscan presionar y el público grita desde la tribuna, pero mi deber es estar enfocado en el partido. Si me desconcentro un segundo por discutir o responder corro el riesgo de fallar en una jugada importante. Por eso trato de bloquear el ruido externo, mantener el foco en la banda y en el balón. Mi concentración es lo que me permite tomar decisiones rápidas y seguras, incluso en los momentos de más difíciles del compromiso”.

¿Qué es lo más complejo de ser juez de línea en comparación con el árbitro central?

 “Lo más complejo es la rapidez de las decisiones y la concentración que exige. En una jugada de fuera de juego no hay margen de error, en décimas de segundo debo decidir si levantar el banderín o dejar seguir la jugada. Para eso debo estar siempre bien ubicado en línea con el penúltimo defensor y no perder el foco ni un instante. Eso significa 90 minutos de máxima concentración, sin permitirse distracciones y mantener ese nivel de atención durante todo el partido, eso es lo que lo hace tan exigente, porque un solo parpadeo puede definir un gol, una final o la historia de un equipo”.

¿Se has equivocado en una decisión importante? ¿Cómo lo maneja?

 “Sí, como todo árbitro me he equivocado, porque es imposible no cometer errores en este camino. Lo importante es entender que somos seres humanos y no estamos exentos de fallar. La diferencia está en cómo se afrontan esos momentos en mi caso, siempre los asumo con humildad y autocrítica. No me justifico ni me quedo atado a la jugada porque si me dejo afectar pierdo confianza y concentración para lo que sigue. Lo que hago es reconocerlo, respirar y seguir adelante en el partido con la misma seguridad. Después cuando todo termina, reflexiono sobre lo ocurrido, acepto que me equivoqué y lo convierto en un aprendizaje. Afrontar el error significa tener carácter no bajar los brazos y seguir demostrando que, con cada experiencia incluso las más difíciles, me fortalezco más como árbitro asistente y como persona”.

¿Qué tan importante es la preparación física para un juez de línea?

“Es vital, porque no se trata solo de correr, sino de estar siempre en la mejor posición para decidir correctamente. Un juez de línea sin buena preparación física pierde ritmo y concentración”.

¿Cómo Se entrena para mantenerse atento durante todo el partido?

“Combino el entrenamiento físico con el mental. Hago ejercicios de reacción, resistencia y velocidad, pero también preparo mi mente, respiro, me concentro en cada jugada y me pongo el reto de no desconectarme ni un segundo. Estar atento es un hábito que se entrena diariamente para si poder estar a la altura de los partidos”.

¿Qué papel juega la tecnología en su aprendizaje, aunque en el aficionado no haya VAR?

 “La tecnología cumple un papel muy importante en mi formación. Aunque en el fútbol aficionado no exista el VAR, me ayuda a crecer porque me permite analizar jugadas polémicas y ver cómo árbitros de élite resuelven situaciones de alta presión. Eso me enseña a mejorar mi ubicación, mi lectura del juego y mi capacidad de reacción en segundos. También me permite repasar constantemente las reglas y entender cómo aplicarlas en diferentes contextos. Todo esto fortalece mi aprendizaje y me prepara para afrontar cada partido con más seguridad y criterio”.

¿Qué sueña alcanzar en el arbitraje?

“Mi sueño es poder crecer paso a paso en el arbitraje, sin saltarme procesos y siempre aprendiendo de cada partido. Aspiro a llegar al profesionalismo algún día, pero lo más importante para mí es disfrutar este camino y formarme como una mejor persona en cada experiencia. Si con esfuerzo, disciplina y humildad logro alcanzar metas grandes, será un orgullo enorme, pero también me sentiré feliz de saber que hice las cosas con respeto y dedicación. Más allá de los títulos o escenarios, mi verdadero sueño es dejar huella por la forma en la que trabajé y por los valores que representé dentro y fuera de la cancha”.

¿Cómo compagina sus estudios, trabajo u otras actividades con el arbitraje?

“Actualmente estudio Licenciatura en Educación Física, una carrera que se complementa muy bien con el arbitraje porque me ayuda a entender mejor el cuerpo, el movimiento y la importancia de la preparación física. No es fácil compaginarlo porque las dos cosas exigen bastante tiempo y disciplina, pero lo logro con organización y prioridades claras. En la semana dedico mis mañanas a la universidad y en las tardes entreno. Los fines de semana están reservados casi siempre para los partidos. A veces implica sacrificar descansos o planes familiares, pero siento que vale la pena, porque tanto mis estudios como el arbitraje me forman como profesional y como persona”.

¿Qué les diría a otros jóvenes que quieren iniciar en el arbitraje de fútbol?

“Que se animen, el arbitraje es una escuela de vida te enseña disciplina, carácter y respeto. No es fácil, pero cada partido te da una lección. Si tienen el sueño, que lo sigan con pasión, porque este camino abre muchas puertas y forma personas fuertes”.

¿Se ve en el futuro pitando en torneos profesionales?

“Sí, me visualizo ahí y trabajo todos los días para lograrlo. No es solo un sueño, es una meta que me motiva a dar lo mejor en cada partido. Quiero llegar al profesionalismo y demostrar que con esfuerzo, dedicación y disciplina se pueden lograr todas esas metas y sueños”.

¿Qué significa para usted ser parte del fútbol aficionado desde este rol?

“Para mí ser árbitro en el fútbol aficionado significa ser parte de la esencia más auténtica del deporte. Desde mi rol veo cómo este espacio es la base donde nacen jugadores, equipos y también árbitros que sueñan con crecer. El fútbol aficionado tiene una pasión distinta la gente vive cada partido con intensidad apoyan a sus equipos y cada encuentro deja enseñanzas. Estar en la cancha con mi banderín me hace sentir responsable de que ese juego se viva con justicia, respeto y orden. Más allá de marcar fueras de juego siento que mi función aporta a que el fútbol aficionado siga siendo un espacio formativo, lleno de valores y oportunidades para todos los que lo vivimos”.

¿Cómo imagina su crecimiento en el arbitraje en los próximos años?

“Me imagino escalando paso a paso, subiendo de categoría y acumulando experiencia en cada partido. Sé que no será fácil, pero quiero que cada juego sea un aprendizaje. Aspiro a estar en torneos profesionales y, con el tiempo, a tener la oportunidad de dirigir en escenarios internacionales. Me veo trabajando duro en lo físico, en lo técnico y en lo mental, porque estoy convencido de que el arbitraje puede abrirme puertas enormes si doy siempre lo mejor de mí”.

¿Qué partido no se olvidará de la mente y por qué?

“Mi primera final. Fue una mezcla de nervios, emoción y responsabilidad. Desde que entré a la cancha sentí la presión del público y de los equipos, pero también la satisfacción de haber llegado a ese momento. Cada jugada la viví con intensidad y al final cuando todo salió bien, sentí un orgullo enorme. Esa final me marcó porque entendí que los sacrificios valen la pena y que estoy preparado para seguir creciendo en este camino”.

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